lunes, 10 de marzo de 2008

La chacarera

Hoy las voy a contar un poco mi forma de ser,
la terrible facilidad que tengo yo para perder
Pierdo la ropa y pierdo apuestas, en pocas copas
pierdo lo que llevo a cuestas, pierdo
vergüenza cuando estoy con mis amigos, cuando
canto pierdo el hilo de lo que debo cantar,
perdí el pudor, perdí mil noches
frente al mar.

Perdí alegría, y tambien perdí
inocencia, refugiándome en los libros me
sirvió para entender que a mucha gente no
le importa la miseria, que solamente les interesa
el poder. Perdí la fe en la democracia
cuando ya no me dio gracia ver que manejan los
hilos de la nación los que tienen un dolar
como corazón.

Perdí tiempo y dinero perdí el
celo, perdí el fuego perdí el vuelo,
perdí el arte de soñar, algunas
noches pierdo un recuerdo, pierdo la cuenta ya de
todo lo que pierdo. Pierdo la voz de la conciencia
entonces quedo hablando solo, me pierdo de polo a
polo en encontrar alguien con quien poder reir,
poder llorar.

Y tengo suerte de no haber perdido un diente,
refugiado en aguardiente nunca sé cuando
parar, pierdo la vida en una vuelta de ruleta,
pierdo la bocha por hacer una de más, y me
hundo en el primer surco profundo perdiendo de
nuevo el rumbo del caballero que fui, y ella
perdió los dientes que yo no perdí.

Pero una noche, de esas que creí perdidas,
jugando a las escondidas con el amor me
encontré, y así fue que me robaron
algo valioso, estoy agonizando y le quiero pedir
por dios que usted busque por mí a la mujer
que me robó de una mirada insensible
el corazón, no puedo ir yo porque perdí
su dirección.


Las pastillas del abuelo

sábado, 8 de marzo de 2008

Hay cosas que nunca se olvidan...quedan marcadas y reviven cada vez que algo alrededor dispara la memoria sensorial y nos transporta a ese momento en especial que por algo se volvio inolvidable...claro que algunas personas tienen mejor memoria que otras. Tal era el caso del señor Fujín.

El señor Fujín era un exéntrico hombre de negocios a quien nadie entendía pero al cual todos obedecían ciegamente gracias a su buen tacto a la hora de los negocios. Nunca decía una palabra más de la necesaria. Ni una menos tampoco. Sus empleados sabían que dos o tres veces por día al señor Fujín lo atacaban los recuerdos. Algún aroma, color o textura lo llevaba a cerrar los ojos con el gesto correspondiente al recuerdo. Los recuedos de amor llevaban una sonrisa y elevaban su mentón levemente. Los recuerdos tristes dibujaban una extraña curva en sus labios. Los recuerdos que le generaban bronca le endurecían el gesto y lo ponían de mal humor por unos dos o tres minutos durante los cuales nadie se animaba a acercársele siquiera.

Los recuerdos lo abordaban en cualquier parte...entrando a la oficina junto al escritorio de su secretaria, a la hora del almuerzo, frente a la junta directiva en una reunión. Ya todos sabían que luego de un par de minutos el señor Fujín volvía a la normalidad y todo seguía su curso.

Pero aquel día fue distinto. El señor Fujín se dirigía hacia su oficina como de costumbre cuando al pasar frente a los baños algo lo llevo a pararse en seco mientras un recuerdo se le dibujaba en la cara. El trance esta vez fue distinto...el recuerdo le generaba varias cosas porque sus gestos cambiaban minuto a minuto. Amor. Bronca. Tristeza. Bronca. Amor. Los sentimientos iban y venían por su rostro sin soluciín de continuidad.

Cuando paso la primera hora la preocupaciín era generalizada. No había manera de sacar al señor Fujín del trance. Al finalizar el día se todos se fueron a sus casas, dejándolo allí con su recuerdo.

A la mañana siguiente, seguía exactamente igual. Todavía está ahí frente a los baños sin moverse, recordando.

miércoles, 5 de marzo de 2008

ahhhhhh

.



dejenme



.



en



.



paz



.

lunes, 3 de marzo de 2008

http://www.fotolog.com/quienyo

http://www.fotolog.com/quienyo





http://www.fotolog.com/quienyo





http://www.fotolog.com/quienyo

???

Puta madre se subio dos veces...

bueno....leanlo dos veces ja

Aplastamiento de las gotas

Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.

Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.


Julio Cortazar

Aplastamiento de las gotas

Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.

Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.